jueves, 9 de marzo de 2017

LOS HIJOS DEL CENTENARIO ¡LOS HIJOS EL CENTENARIO!

                     


                                                  LOS HIJOS DEL CENTENARIO

Las historias siempre son especiales con todo lo sencillo que puedan llegar a ser.
Un día  vino un familiar nuestro que vive en el desierto de Marruecos muy pegado a la frontera de  Argelia tenía 95 años, ¡el motivo de su visita era que quería casarse ya que se quedó  solo, después de la muerte de su tercera esposa y necesita compañía y cuidados! A mí me llamó la atención su estado de salud y su apariencia. Llevaba su bastón como acompañante y no de apoyo. Sus cejas blancas lo cubrían todos los ojos y su pelo se juntaba con su barba blanca que parecía más bien una bola de pelo blanco poco lavado y muy grasiento. Mi padre le recibió con mucha alegría y hospitalidad y yo no paraba de preguntarle cosas sobre su lugar y su vida de nómada y la soledad y el miedo, pero él como un pájaro libre y muy entusiasmado para vivir y disfrutar. Le pregunté sobre la edad de la mujer que busca y me dijo que cuanto más joven mejor. Tenía   muchos camellos y cabras y necesita una mujer fuerte para llevar con él las tareas. Y al preguntarle que si le gustaría tener hijos, solo me dijo: por supuesto ya que los míos me han dejado y se fueron a las ciudades, si dios quiere tendré otros. Entonces le dije: ¿te apetece que te arreglo un poco el pelo y la barba? Dios te lo pagara hijo respondió.
Le llevé a la terraza de la casa y empecé con las cejas estaban tan metidas en los ojos que el pobre hombre tenía irritaciones y sin importarle nada. Después de cortárselos, me dijo demasiada luz hay. Son los pelos que no te dejaban ver bien tío. Fue a la farmacia debajo de mi casa compré pomada para los ojos y colirio. Le curé los ojos bien y le dije cierra los ojos y descansa un poco mientras te corto el pelo. Pero era imposible entre mis manos baladas y las tijeras sin afilar no era más que una lucha sin resultados. Entonces le dije: Bajamos al peluquero que está  justo al lado, vale me dijo. En la peluquería de Mustafá  le dejé  y me fue a mi casa por ropa  de mi padre, toallas Y neceser,  al volver era otra persona unos diez años menos y directamente le lleve al hamam (baños públicos) que estaba  a la esquina de mi casa. Al salir del baño era casi la hora de comer. Nada más comer se hecho una siesta y mi padre y yo hablando, le dije: ¿Y  porque tú no papa,  Con 75 años, 20 años menos que tú amigo porque no te cases?  ¡Cómo me gustaría tener un hermano o hermana pequeñita! Si me caso os perderé a vosotros, además  no hay mujer que ocupa el sitio de tu madre hijo mío respondió. Entonces era la última vez que sacaba yo el tema más a mi padre, aunque varias veces mis hermanas mayores han venido con amigas suyas o conocidas por si acaso se anima a casarse con alguna de ellas. ¡Todo el mundo estaba preocupado por la soledad de mi padre pero ni él, ni mi hermana pequeña y tampoco yo lo estábamos! Después de la muerte de mi madre, nos quedábamos los tres solos que éramos más de 10 personas en casa antes. Dos hermanos trabajando fuera, tres hermanas casadas y otras dos sobrinas que vivían con nosotros igual se casaron, pero nosotros éramos muy felices aunque echábamos de menos a mama y  a la familia en general pero mi padre pudo cambiarnos el chip y hacernos sentirnos muy bien. Nos preparaba el desayuno después de ordeñar a la cabra,  hervía la leche con clavos para darle ese sabor tan rico, en el invierno siempre hacía brasa y nos calentaba los calcetines y las botas y nos despedía con sus abrazos y bendiciones, que el Universo te arropa con su Luz y que Allah te asigna su mejor lugar allá donde quiere que estés.
Pero papa ¿te imaginas a este hombre padre de nuevo con 95 o 96 años? me echó una sonrisa y me dijo: Los hay quien los tuvieron con más de cien años. ¡Qué dices papa, le dije!
Pues lo que estas oyendo hijo.  Si había un tal Hammú, a sus últimos hijos les llaman los hijos del centenario. Un señor de 112 años, que acabó viviendo con sus 3 bis nietos. Dos casados y el más pequeño no lo estaba. Las dos mujeres eran las que cuidaban del anciano,  Andaba poco y ellas se encargaban de trasladarlo de un lugar a otro. Llevaban ya más de 5 años llevándolo en sus espaldas mientras los maridos pastoreaban a los camellos ellas hacían las tareas de la jaima (tienda de campaña a base de pelo de camello)  y los niños.  Cuando el tercero nieto se casó su mujer tenía las  mismas obligaciones solo que para ella lo del abuelo no era tan fácil. Era una niña de 16 años bella y  cuidaba mucho a su físico y  sus olores. Cada vez que lo tenía que llevar en su espalda, era una experiencia muy vergonzosa y muy comprometida. El abuelo estaba más despierto y mucho más activo, hasta la vista se le volvió poco a poco y solo quería que Rania le llevaba en vez de las dos otras mujeres. Nadie sospechaba lo que estaba ocurriendo hasta que no pudo más. El abuelo y con todos sus años estaba consiente de todo y su mejor momento era el rato que la niña lo tenía que llevar a su rincón al sol, en cuando le va a poner en un sitio el abuelo le ordenaba que le lleve a otro para no bajar de ese lugar tan  cálido, agradable  y apetecible. Un día al atardecer y nada más llegar su marido le dijo: Querido tenemos que hablar. Dime doncella, respondió. No puedo más con tu abuelo y veo que necesita cuidados más especiales. El marido se hecho a reír y le dijo: ¿Más todavía? Si, le respondió. ¿Y eso porque gacela mía del desierto?
Rania: Que sepas que cada vez que tengo que llevarle al sol o a otro sitio que no para de pedirlo ya y que tengo que ser yo en vez de mis nueras  y en cuando le tengo en mi espalda, tu abuelo ya estaba muy acelerado, muy excitado y es tan vergonzoso para mí que no me atrevo a decir nada a nadie para no ser tema de burla entre la familia y sinceramente no puedo más.
Yussef : Lo siento mucho mi amor por todo lo que has tenido que pasar y te prometo que nunca más vas a pasar por eso. En ese mismo instante el abuelo estaba reclamando la presencia de la niña como todo el rato, los demás pensaban que era  conexión entre ambos y que gracias al nuevo miembro de la familia el abuelo estaba cada vez mejor. El nieto se acercó hasta él y le dijo.
¿Abuelo, ella está ocupada puedo ayudarte en algo?
Hammú: no hijo mío es a ella a quien quiero. Con sonrisa le dijo: Pues lo siento abuelo ella está en otro lugar y con otras tareas, tenemos que cenar y le toca a ella.
El abuelo: Pues aleja te de mí no quiero nada de nadie entonces.
Yussef: abuelo ¿Qué piensas de ella? ¿La mujer de Yussef tu nieto que más quieres en esta vida que siempre me lo estas diciendo?
El abuelo con un respiro muy profundo. ¡Hamm! Lo siento hijo, se me ha escapado de las manos y no era en mi intención haceros daño.
Yussef: Abuelo puede pasar a cualquiera.
Hammú, con la cabeza agachada que casi tocaba el suelo dijo: ¡y donde está la muerte! ¿Acaso no se han ido todos?  Dios perdona mis pecados y libera me de todo y lleva contigo y con mi gente aquí ya no hay lugar para mí.
Yussef: Dios da la vida y la quita padre, si estás aquí por algo es y nosotros con todo lo viejo que eres, sigues iluminando nuestras vidas.
Hammú: que Allah os proteja a todos. Y que tenga piedad con migo.
Yessef. Abuelo, ¿qué piensas de una nueva esposa?
Hammú: (dando palmadas y flotándose las manos) ¡Qué dices hijo! ¿A estas alturas?
Yessef: Una mujer para hacerte compañía, cuidarte y que Rania no tenga que pasar por lo de antes.
Hammú: Bueno hijo, en verdad me siento solo todo el rato. Los niños no me hacen caso aunque les llame, las mujeres están ocupadas todo el rato y vosotros con el ganado y yo aquí pero solo con más muertos en mi pensamiento que vivos.
Yessef: Si te cases, tu mujer solo te hará compañía, no trabajará en nada, serás tú el único oficio suyo.
Hammú respirando profundamente de nuevo saltó: Allah sabe más hijo. Díselo a tu hermanos de mi parte no me importaría.
Durante la cena yussef  lo comentó a toda la familia y todos han pasado la noche de risas y bromas sobre el tema y nadie se imaginaba lo que venía después.
Yo estaba tan intrigado que no había palabras en mi boca más bien el aire que entraba y salía con mi expresión de exclamación J, no quería perder tiempo apoyado sobre el pecho de mi padre y escuchándole.
¿Te has dormido hijo? Me preguntó. No sigue papa, ¿Qué pasó? respondí.
Había una chica de 18 años que no tuvo suerte en encontrar marido y las chicas de esa edad ya eran madre de más de uno y en cuando le prepusieron el matrimonio directamente aceptó. No había que hacer mucho. Registrarse como maridos y ya está.
Chayta era una mujer huérfana que vivía con sus tíos y que parece que la vida le iba muy mal, sin padres ni marido, ni hijos estaba hundida en sus pensamientos negativos y en cuando estaba al lado de su marido ya era otra mujer. Pidió a la familia ayuda para montar su propia jaima con su marido, mucho más lejos que las de los tres hermanos para tener más intimidad y la tubo. Hammú no se imaginaba lo que le venía encima. ¿El que papa? Le pregunté. Se echó una sonrisa y me dijo. La alegría que llevaba la doncella reprimida estalló sobre él y solo tenía la importancia de un emperador o más. Cuentos, historia nuevas y mucho amor. En pocos meses chayta ya estaba embarazada  y los bis nietos tenían un tatarabuelo tío. En ese momento no pude frenar mi emoción. Dios mío, ¡Qué bueno y que fuerte papa! le dije. Así es la vida hijo mío, hasta que no uno marcha de ella tiene que estar preparado a todo. Ya veo, respondí. Y no has visto nada hijo. Todo lo que te imaginas y piensas ya existe o existirá y mucho más. Cuéntame más que pasó papa le dije. Pues así Hammú a lo largo de los años que ha vivido llegó a tener más de tres hijos su salud mejoró mucho y volvió a andar de nuevo y por eso a la tribu de Hammú y Chayta les llamaban los hijos del centenario. En ese momento le dije papa: ¿te imaginas que yo tenga otro hermanito pequeño? Me gustaría mucho, mirándole a la cara y jugando con su barba. Anda tesoro mío, prepáreme el agua para purificarme, tengo que rezar y también a este hombre, seguro que querrá lo mismo. Vale respondí. Ah y dile a tu hermana que prepara el té. OK papa. ¡Así fue flotando entre los pensamientos de la realidad constante del visitante y la historia del centenario! Como me gustaría vivir los tiempos remotos o llegar a la era de viajar en el tiempo y espacio que seguro llegará algún día y regresar a los abrazos de mi padre y sus historias. Papa (Bouzian Belarbi) que sepas que te quiero más que a mí mismo y siempre te querré da igual el lugar el tiempo o el espacio en que estés.


                                                         Mi padre tenía 96 años y yo.

A los que nos habéis dado nada más que amor,
Que la Luz Universal os lo replica,
¿Acaso la vida no es más que un regalo?

¿Para seguir viviendo, dando y amando?  
A ti te confío mis emociones y pensamientos
Transmuta los en amor universal y eterno      
Al igual de estar aquí nos veremos en otro lugar.
Que la brizna de paz a todos nos rosea,
Hasta el ultimo ser que haya.                         

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